26 de abril de 2016

Editores y autores españoles atacan la sentencia sobre Google Books

Un ciclista, ante la sede de Google en
Mountain View, California, el pasado
18 de febrero. Bloomberg Bloomberg
via Getty Images
CEDRO considera que el fallo del Supremo de EE UU a favor del coloso tecnológico "no tiene encaje en la legislación europea"

La reacción es idéntica. Es decir, frustración. A ambos lados del charco, autores y entidades encargadas de la defensa del copyright han criticado el fallo del pasado lunes del Supremo de EE UU a favor de Google y en contra de los escritores. Lo que varía mucho, en cambio, son las consecuencias. En EE UU, la sentencia es vinculante y reafirma a la multinacional en su postura de digitalizar miles de libros y ofrecer fragmentos y páginas en su proyecto Google Books, sin autorización previa de los autores. Pero en Europa la ley es distinta, más restrictiva, y no deja margen para un epílogo parecido, al menos según Magdalena Vinent, directora general de CEDRO, la entidad de gestión de los derechos de autores y editores en España.

“Un proyecto como este no tiene encaje en la legislación europea”, asevera Vinent en un correo electrónico a EL PAÍS, una opinión parecida a la que trasladan desde la Coalición de Creadores. Y lo mismo destaca el escritor Lorenzo Silva, uno de los pioneros en España la digitalización de su propia obra y siempre atento a los temas relacionados con derecho de autor y piratería. “Una sentencia así en España sería pasarse por el arco del triunfo la ley de propiedad intelectual”, asevera el creador de la saga de Bevilacqua y Chamorro, convencido de que el derecho de cita que sí plantea la normativa española en ningún caso autorizaría la publicación de páginas enteras que Google Books ofrece de muchas obras.

“Tengo la sensación de que Google es demasiado poderoso como para no darle la razón. Se produce una curiosa inversión por la que agentes económicos débiles, como los autores, subvencionan a otros poderosísimos”, añade Silva. Y Vinent asevera que “el final de este proceso no favorece la promoción de la cultura ni la creación, puesto que un servicio como el de Google, que parece de gran utilidad, se ha construido obviando el derecho de los creadores a decidir sobre su obra y a ser remunerados por el uso que ese haga de ella”.

En su fallo, el Supremo de EE UU acaba de resolver a favor del gigante tecnológico una batalla judicial de 11 años. El sindicato estadounidense de autores acusaba a Google de haber violado las leyes sobre propiedad intelectual al escanear y digitalizar millones de libros y ofrecer extractos y páginas en el portal Google Books, sin permiso previo de sus autores ni ofrecerles ninguna compensación. Sin embargo, el tribunal establece que el proyecto hace un “uso justo” de la ley.

“La figura del fair use [uso justo] procede del derecho anglosajón. Permite un uso limitado de una obra protegida por los derechos de autor sin la autorización de sus titulares, siempre y cuando se cumplan determinadas condiciones. Por ejemplo, no tiene que haber fin de lucro o uso comercial. Es cierto que Google ofrece este servicio sin que medie precio, pero desde luego le reporta otros beneficios de forma indirecta”, responde sin embargo Vinent, una conclusión con la que Silva se muestra de acuerdo. El escritor destaca además el enlace directo que la página ofrece a Google Play, otro portal del buscador donde es posible adquirir libros digitales.

Google, sin embargo, defendió en un comunicado que su proyecto "actúa como un catálogo de fichas para la era digital, que ofrece a la gente una nueva forma de encontrar y comprar libros, mientras que al mismo tiempo avanzan los intereses de los autores". Google Books nació con la aspiración de convertirse en una gigantesca biblioteca digital, que ofreciera acceso a fragmentos, páginas y reseñas de millones de obras. “Su finalidad es buena, pero desde luego se podría haber hecho con la complicidad de los autores. La forma en la que se ha desarrollado esta parte en la que se han escaneado millones de libros sin la autorización de sus titulares de derechos no reconoce ni promueve la creación, sino todo lo contrario”, remata Vinent.

Autor: Tommaso Koch
Twitter: <@TommKoch>
Fuente: <http://cultura.elpais.com/>

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