11 de marzo de 2016

Se solicitan más científicas

La participación de las mujeres y las niñas en disciplinas científicas y tecnológicas ha ido en incremento; no obstante, todavía existen barreras que les impiden participar plenamente. Un estudio realizado en 14 países refiere que la probabilidad de que las estudiantes terminen una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es de 18, ocho y dos por ciento, respectivamente, según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

A fin de promover su acceso y participación, la Asamblea General del organismo estableció el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que por primera vez se celebra este año. Para ello, la Royal Academy of Science International Trust y la División de Política Social y Desarrollo Social del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales realizan ese día un foro de alto nivel en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, Estados Unidos.

En México, esta conmemoración apremia la inclusión integral de las mujeres para que la igualdad de género permee en los planes de estudio de todos los niveles de educación, a fin de que se refleje en las especialidades técnicas y científicas tal como lo plantea el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018.

La paridad en las oportunidades de estudio y formación académica en el país cada vez son mayores. Datos del Anuario Estadístico de Educación Superior de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) detallan que en el ciclo escolar 2014-2015 estudiaban alguna licenciatura un millón 842 mil 978 mujeres y un millón 876 mil 17 hombres en todo el país; en tanto que en el mismo periodo realizaban algún posgrado 167 mil 967 mujeres y 146 mil 30 hombres.

Cuando se analiza la presencia de las mujeres en las actividades científicas y tecnológicas, las cifras presentan disparidad. En el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), este sector representó 34.85 por ciento del total en 2014, según datos expuestos por Angélica Mendieta Ramírez en su artículo “Desarrollo de las mujeres en la ciencia y la investigación en México: un campo por cultivar”.

Comparativo de investigadoras e investigadores nacionales (SNI) 2014.
Fuente: Desarrollo de las mujeres en la ciencia y la investigación en México: un campo por cultivar.
De ellas, 58 por ciento se posicionaba en el nivel I; 21 por ciento eran candidatas y 15 por ciento ocupaba el nivel II, mientras que solo cinco por ciento se ubicaba en el nivel III.

De las mujeres que se dedican a la ciencia en nuestro país, el mayor número se concentra en las áreas de biología, química, humanidades y ciencias de la conducta; les siguen ciencias sociales, medicina y ciencias de la salud.

Para promover la igualdad de género en este rubro, se reformó la Ley de Ciencia y Tecnología planteando la participación equitativa y no discriminatoria entre hombres y mujeres en la investigación científica, tecnológica y de innovación.

Para incentivar y apoyar estas acciones, destacan los apoyos que brinda el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que a finales de 2013 otorgó 20 mil 844 becas (46.5 por ciento del total) a mujeres que cursan estudios alineados al Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC), a las que se sumaron mil 633 becarias en el extranjero y mil 134 mexicanas apoyadas por el programa de Estancias Posdoctorales Nacionales.

Estos esfuerzos rinden frutos gracias al esfuerzo e inteligencia de las científicas mexicanas. En el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia presentamos una selección aleatoria de distinguidos perfiles que diariamente escriben sus aportes al conocimiento y a la investigación, y que han sido documentados por la Agencia Informativa Conacyt.

Atracción por la astronomía

Silvia Torres-Peimbert.
Una de las mujeres que han dejado su huella en la astronomía nacional e internacional es Silvia Torres-Peimbert, investigadora emérita del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y quien ahora es presidenta de la Unión Astronómica Internacional.

La primera mexicana que se doctoró en astronomía, desde niña mostró un gusto especial por las matemáticas y siendo estudiante de física se apasionó por el estudio de las estrellas y las galaxias, por lo que a los 18 años ingresó al instituto como ayudante de investigador, donde se formó al lado de los astrónomos Guillermo Haro, Arcadio Poveda, Luis Rivera Terrazas, Paris Pişmiş y Eugenio Terrazas.

Es considerada como pionera en México en utilizar satélites para realizar investigaciones sobre nebulosas y protonebulosas planetarias, resultado de la experiencia académica adquirida en el International Ultraviolet Explorer y el telescopio espacial Hubble.

“Mi trabajo ha sido de determinación de abundancia de elementos químicos en los gases del espacio entre las estrellas. He determinado cómo ha sido la interacción entre las estrellas y los gases, y las siguientes generaciones de estrellas”, comenta la ganadora en 2011 del premio L'Oréal Unesco entregado por la ONU a las Mujeres en la Ciencia.

Otro interesante perfil es el de Alma Ruiz Velasco, quien de pequeña descubrió su vocación viendo un eclipse lunar, y ahora se dedica a estudiar las estrellas tipo Mira como parte de su estancia posdoctoral en el Lowell Observatory de Estados Unidos a fin de predecir el futuro del sol.

“Lo que estamos estudiando es la correlación entre el cambio de brillo y cambio de diámetro; estas estrellas son como una cebolla con varias capas y cada vez que crecen o se expanden expulsan material, y al contraerse ya no recuperan ese material”, comparte.

La investigadora reconoce como inspiración el trabajo de Silvia Torres-Peimbert, pero no ceja en atribuir su curiosidad por el universo al divulgador Carl Sagan y su influencia para adquirir su primer telescopio. Durante su carrera profesional también ha sido seducida por la divulgación de la ciencia, por permitirle una faceta más libre y estar cercana a la gente.

Pasión por la ciencia

Ana María Cetto
La ciencia tiene el poder de atracción y muchas mujeres se han dejado seducir. Una de ellas es Ana María Cetto, investigadora del Instituto de Física de la UNAM, que ha dedicado sus esfuerzos en cuerpo y alma a desmenuzar la física, tras la curiosidad infantil que le despertó su padre al revelarle que una simple roca del Pedregal (zona en el sur de la Ciudad de México), que parece inmutable, está compuesta por partículas en movimiento constante.

La investigadora y profesora del Instituto de Física de la UNAM dedica tiempo y esfuerzo en descubrir qué hay detrás de la mecánica cuántica, tema que la atrapó desde que se doctoró. En colaboración con un equipo de físicos mexicanos, avanza en una teoría que fundamenta la mecánica cuántica y sobre ella han publicado diversos libros.

“Indagamos qué hay detrás de la teoría que conocemos como mecánica cuántica, qué es lo que hace que la materia se comporte de esa manera a escala atómica”, dice entusiasmada.

En materia de género, la laureada como Mujer del Año en 2003 y galardonada con la presea Sor Juana Inés de la Cruz de la UNAM en 2006, asegura que las carreras científicas no están vetadas para las mujeres.

“Yo fui a una secundaria de mujeres, tenía la esperanza de
hacer una carrera científica, no sabía cuál pero veía que había compañeras mías que tenían totalmente descartada esa posibilidad, y yo platicaba con ellas haciéndoles ver que era una opción”, rememora.

Ana María Cetto es reconocida en el círculo científico por su labor pacifista que la ha llevado a compartir en dos ocasiones el Premio Nobel de la Paz, el primero como miembro del Consejo Ejecutivo de las Conferencias Pugwash, organización que ganó el galardón en 1995; y el segundo como directora general adjunta del Organismo Internacional de Energía Atómica, en 2005.

Otra mujer apasionada por la ciencia en México es Julia Tagüeña, actual directora adjunta de Desarrollo Científico del Conacyt, que como investigadora ha estudiado la física del estado sólido, en particular sistemas desordenados, sólidos amorfos, materiales vítreos y materiales porosos nanoestructurados.

Es una promotora de la ciencia por convicción e incluso por tradición familiar. Su padre fue físico y su madre estudió filosofía y letras con una gran afición por la ciencia.

“Definitivamente mi familia influyó en mi educación y además me permitió la libertad de escoger una vocación. En mi casa había un respeto total por que las mujeres podían estudiar igual que los hombres”, dice.

Considera que la mujer tiene todas las capacidades para desarrollarse, por lo que “hay que buscar que haya igualdad de oportunidades para poder desarrollar el talento de cada persona”.

A lo largo de su carrera ha disfrutado todas las formas de hacer ciencia, desde la investigación combinada con docencia, comunicar la ciencia a la sociedad y apoyar a la comunidad académica en pos de la investigación.

La ciencia a pesar de todo

Cinthia Mena Durán
Para Cinthia Mena Durán hacer una carrera científica no fue fácil. Sufrir discriminación por ser indígena y por su condición económica no la hizo desistir de su deseo de superación. Originaria de una comunidad maya en Yucatán, recorrió un largo camino para doctorarse en el Green Chemistry Centre of Excellence, en York, Inglaterra.

Con perseverancia, esta joven —que ganó el primer lugar en la Olimpiada Nacional de Química en 2003— estudió la licenciatura en química industrial y posteriormente la maestría en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), para después estudiar el doctorado becada por el Conacyt en el año 2010, enfocada en el uso de materiales biorrenovables para darles una aplicación en química.

“Me dediqué a trabajar con el Starbon, un derivado del almidón, y mi tesis consistía en entender sus propiedades químicas”, recuerda.

Hoy Cinthia está decidida a continuar con sus investigaciones. Se ha enlistado en un programa de posdoctorado en el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) y ya gestiona el apoyo de la institución para implementar un proyecto de divulgación científica y cultural.

“Estoy buscando más apoyo con mi supervisora del CICY para trabajar en un proyecto de celdas solares e hidrógeno para usar energía renovable. Ella ya tiene un programa para llevar prototipos a algunos lugares y explicar cómo funciona una celda de combustible. Entonces vamos a trabajar en un programa bien estructurado para proponerlo en el sistema educativo del estado”, destaca.

En el caso de Deborah Berebichez, la ciencia se impuso a cualquier otra posibilidad, por lo que su dedicación le permitió ser la primera mujer mexicana graduada de un doctorado en física de la Universidad Stanford.

Investigadora, docente y divulgadora de la ciencia, desde hace casi una década dicta conferencias en México y otros países para motivar —especialmente a las mujeres— en seguir el camino científico.

De belleza natural, a los 18 años incursionó en el modelaje que compaginó con sus estudios. Estudió filosofía y becada en la Universidad Brandeis, en Massachusetts, la carrera de física.

Posteriormente hizo sus estudios de maestría y trabajó en el Instituto de Física de la UNAM, pero casi de inmediato fue aceptada en la Universidad Stanford por el doctor Steven Chu, premio Nobel de Física en 1997 y quien después sería el secretario de Energía en el gobierno de Barack Obama.

En 2002, Berebichez concluyó sus estudios de doctorado con una tesis que postuló las bases de propagación de ondas en medios no homogéneos mediante un sistema de comunicación basado en la emisión de ondas de tiempo reversible, el cual tiene aplicaciones potenciales en el área de la salud, para tomografías focalizadas de gran resolución.

Su trabajo en la divulgación científica ha sido en programas de Discovery Channel y National Geographic, además de dar conferencias internacionales dirigidas a inspirar y motivar a que mujeres jóvenes se interesen en las ciencias exactas.

Autor: Ana Luisa Guerrero
Twitter: <@anita_guerrero>
Fuente: <http://conacytprensa.mx/>

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