A la estafa anterior, no se me ocurre otro nombre para calificarla, se une otra estafa científica, basada en la proliferación de revistas que, bajo la excusa de publicarse en régimen abierto, obligan a los autores a costear los gastos de edición. Formalmente, las publicaciones científicas cumplen los requisitos de calidad; pero en el fondo se trata de obligar a los autores a pagar por trabajar y se les otorga como compensación un aumento de su productividad científica.
En un momento como el actual, en el que los organismos nacionales de financiación de la investigación están extremando sus herramientas burocráticas para fiscalizar el uso de los fondos concedidos para los proyectos, no estaría de más que se evaluaran los comportamientos que pueden inducir a una falsedad de los parámetros de calidad de los investigadores y desde aquí animo a investigadores y gestores a dar la espalda a falsas invitaciones y a revistas de dudosa reputación; a la vez que sugiero a los organismos financiadores que hagan un esfuerzo para mejorar las posibilidades de contratar estudiantes de doctorado y financiar a investigadores post-doctorales para, de esta forma, hacer hincapié en la formación y la productividad científica siendo particularmente exigentes en que los becarios desarrollen patentes y lleven a cabo publicaciones que, deberían marcar la diferencia entre financiar con más becarios, o no, a los directores con escasa o nula productividad científica.
En resumen, sirvan las notas anteriores para alertar sobre un tipo de corrupción muy sibilina y que afecta a un colectivo con gran prestigio social que se perdería si aceptásemos según que cantos de sirena en lugar de trabajar todos los días para justificar nuestra nómina mensual.
Autor: Miguel de la Guardia
Email: <miguel.delaguardia@uv.es>
Fuente: <http://www.levante-emv.com/>
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