
El cambio es factible, aunque obliga a las bibliotecas a repensar y adaptar el sistema. Parece claro que las bibliotecas pierden parte del control de algunas de sus tareas tradicionales ya que muchos de los servicios ofrecidos por parte de los distribuidores, basados en sistemas de adquisición integral y directa, imponen una serie de importantes restricciones sobre el modelo analógico.
Por su parte, los editores que enseguida articularon sistemas de venta on line para los clientes particulares, no tuvieron la misma agilidad para elaborar modelos adecuados para bibliotecas, temerosos de que estos podrían perjudicar sus modelos de negocio. Sin embargo, los estudios desarrollados hasta la fecha por parte de agencias como Pew Research ponen de manifiesto que la bibliotecas son un punto importante de comercialización y visibilidad del libro, y que precisamente son los usuarios de bibliotecas los lectores más intensivos, quienes más libros leen y quienes más libros compran.

Según un importante estudio llevado a cabo por JISC (Joint Information Systems Committee) sobre más de 40.000 estudiantes e investigadores del Reino Unido, contrariamente a lo que ocurre en el caso del libro de ficción, el usuario de las bibliotecas universitarias considera que debe ser fundamentalmente la propia institución quien les proporcione los materiales que necesitan. Si tomamos esta premisa como válida, en el caso la edición científica no vale como argumento el conflicto con el mercado público, de hecho todos los intentos de negocios orientados al usuario final en este ámbito han fracasado. Entonces, ¿Por qué no sé da una mayor fluidez en este nicho de mercado?
Las bibliotecas desean tener la misma autonomía en el mundo digital que en el mundo físico en términos de su política de compras, basada en un modelo que posibilite escoger directamente título a título del catálogo del editor, lo que les permitiría seleccionar los títulos de mayor interés para sus usuarios para disponer de ellos a perpetuidad, como sucedía hasta ahora con el libro impreso. ¿Qué impide la concreción de un modelo cercano a esta propuesta?
Recientemente la Federación Europea de Asociaciones de Bibliotecas, Información y Documentación (EBLIDA) ha redactado un documento que apuesta por garantizar el libre acceso a la información, la educación, la cultura, el ocio y los contenidos; considerando que la llegada del libro digital ha llevado a que la política de desarrollo de la colección puede ser decidida por el editor y no por la biblioteca. Por lo que propone que se negocien “Modelos de Licencia Equitativos” y que todos los títulos de libros electrónicos que estén disponibles para la venta al público también lo deben estar para su adquisición y acceso por parte de las bibliotecas al mismo tiempo que salen al mercado y en todos los formatos compatibles.
Algunas bibliotecas de Estados Unidos ya han tomado la iniciativa en el desarrollo de plataformas de préstamo digital. El Consorcio de Bibliotecas del Condado de Douglas, en Colorado, han eliminado por completo el rol del distribuidor mediante la implementación de un modelo que negocia los acuerdos directamente con los editores para proveerse de libros electrónicos, y ha creado un host que no le hace depender de ningún proveedor de alojamiento de terceros. Ejemplo que ha sido seguido por las bibliotecas del Estado de Massachusetts. Por otro lado, las bibliotecas del Estado de Kansas querían cambiar de proveedor, manteniendo los libros de los que habían comprado el derecho de acceso a perpetuidad a Overdrive. Esta última consideró que los derechos estaban vinculados al hecho de seguir utilizando la plataforma. Sin embargo los tribunales consideraron factible el derecho a migrar los contenidos de los derechos digitales obtenidos a otra plataforma. La respuesta de Overdrive fue potenciar aún más las condiciones de vinculación entre plataforma y contenidos. Afortunadamente un aspecto interesante en este sentido es que las plataformas españolas son abiertas, de forma que permiten a la biblioteca configurar su colección para el préstamo digital, independientemente del proveedor y distribuidor del contenido.
Como recuerdan los editores, es bien cierto que los libros electrónicos ofrecen muchas ventajas sobre los libros impresos y tienen un enorme potencial para cambiar la forma en que interactuamos con los medios de comunicación. Estas ventajas, sin embargo, vienen acompañadas de una serie de desafíos e incertidumbres. La transición digital también ha agravado la capacidad de las bibliotecas para recopilar, organizar, mantener y facilitar el acceso a la información y recursos. Algunas bibliotecas públicas han expresado su frustración con los retos asociados al acceso limitado a los libros electrónicos de alta demanda, difíciles de negociar en los términos establecidos por las licencia ofrecidas por los vendedores de libros electrónicos.
En conclusión, por un lado la industria editorial considera que el atractivo del libro electrónico en las bibliotecas impacta directamente sobre el mercado del libro, y puede dañar su modelo de negocio; así mismo, también existe una evidente insatisfacción de las bibliotecas con la oferta y condiciones de uso y acceso establecidas casi unilateralmente por parte de los editores, existiendo el riesgo de que que pueda darse un hecho inédito hasta ahora: que la lectura pública quede excluida del mercado editorial y que las bibliotecas no puedan poner a disposición de los usuarios muchos de los títulos que si lo están en el mercado para el resto de clientes.
¿Es posible llegar a acuerdos satisfactorios para unos y otros?
Fuente: <http://universoabierto.com/>
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