24 de julio de 2015

La peligrosa deriva de las publicaciones en acceso abierto

Algo está cambiando en la forma en que los científicos mostramos al mundo nuestros descubrimientos. Tradicionalmente, han sido las revistas científicas las encargadas de servir de plataforma para que los resultados de los laboratorios llegaran a otros colegas, así como al público en general a través de periodistas especializados, que hojeaban esas publicaciones y las recomponían para hacerlas accesibles a todo hijo de vecino. El sistema parecía funcionar correctamente, puesto que al final se conseguía el propósito: los científicos publicaban sus resultados, las editoriales lo facilitaban ganando dinero con ello y el público se enteraba de los descubrimientos más importantes.

Sin embargo, en los últimos años, este sistema ha empezado a evidenciar los múltiples defectos que tenía y que escondía cuidadosamente.

Por una parte, las editoriales se lucran gracias al trabajo gratuito y altruista de millones de científicos que ceden parte de su tiempo a revisar los trabajos de otros colegas en el sistema denominado peer-to-peer, es decir, revisión por pares. En ese sistema, dos o tres especialistas evalúan concienzudamente un trabajo científico y dan un veredicto sobre su calidad para ser publicado, proponiendo mejoras en caso de ser necesario. Pero en los últimos años, la presión por publicar se está acrecentando de forma exponencial. La competencia está empezando a ser atroz y los jóvenes científicos que a duras penas consiguen integrar las plantillas de los centros de investigación, tienen en muchos casos currículos con más publicaciones que sus colegas de generaciones anteriores y muchas más que esos mismos colegas cuando tenían su edad. El resultado es que todos los científicos recibimos cada vez con más frecuencia manuscritos para revisar y cada vez resulta más complicado conseguir que se publiquen los nuestros.

Muchos compañeros están empezando a cansarse de trabajar de forma gratuita para editoriales que ponen después precios abusivos por consultar esos mismos artículos una vez publicados, bien sea en forma de suscripciones o en el pago por lectura.
Extraído del sitio web del Journal of Diabetes – Wiley Online Library

Así pues, cada vez más científicos rechazan revisar los manuscritos, lo que obliga a las editoriales a buscar nuevos revisores, en una cadena que cada vez se hace más larga. De hecho, algunos se han plantado y han hecho un llamamiento para no publicar o no revisar artículos en algunas de las grandes editoriales, como Elsevier.

Por otra parte, diversas instituciones financiadoras empiezan a exigir la publicación en abierto (open access) de aquellas investigaciones que han sido financiadas por ellas. Esto es particularmente importante cuando los fondos para dichas investigaciones provienen de organismos e instituciones públicas financiadas a su vez por los contribuyentes. Mediante el sistema tradicional por suscripción o pago por lectura, el contribuyente, que es a la postre el financiador de la investigación no tenía acceso a su resultado a no ser que pagara por él. Mediante el sistema de acceso abierto, cualquier persona puede tener acceso, a través de Internet, a los resultados de las investigaciones a cuya financiación ha contribuido. En este sentido, la Unión Europea obliga a publicar en abierto a partir de 2014 todos los artículos realizados con financiación del Programa Horizonte 2020. Del mismo modo, las últimas convocatorias del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación exigen la publicación en acceso abierto de los resultados obtenidos en la investigaciones financiadas con ese programa.
Extracto de la convocatoria del Plan Estatal 2015.

Algunos organismos, como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han puesto en marcha repositorios institucionales para facilitar la publicación en abierto de sus científicos. En el caso del CSIC, el repositorio es Digital CSIC. Otras opciones son arXiv y su versión para biología BiorXiv.

Aunque el sistema parece mucho más justo que el anterior, adolece de numerosos defectos. En primer lugar, dado que el sistema de suscripciones pierde el sentido si cualquiera puede tener acceso libre, las editoriales se están adaptando y cuando ofrecen la posibilidad de publicar en acceso abierto exigen el pago por publicar “pay per publish” a los autores. El sistema está generando un nuevo modelo de negocio, ya que el coste por publicar (article processing charge) puede ascender hasta los $5200. Por esa razón casi todas las editoriales tradicionales ofrecen ya la posibilidad de publicar en abierto y son muchas las nuevas pequeñas editoriales que se han surgido en los últimos años, algunas con mayor prestigio y otras con menos.

La primera consecuencia de este nuevo sistema en el que se cobra a los autores por publicar es que crea una evidente desigualdad entre los investigadores de países ricos y los de los países pobres. Para reducir esta brecha algunas editoriales ofrecen descuentos e incluso la gratuidad para los científicos de países menos desarrollados. En cualquier caso, esta solución es insuficiente ya que no todas las editoriales ofrecen descuentos y en caso de hacerlo suelen ser insuficientes para los posibles de esos países. Incluso en los países más desarrollados muchos investigadores no pueden permitirse dedicar esa cantidad de fondos a la publicación en abierto.

La segunda consecuencia es que se están produciendo dos hechos simultáneos y opuestos en relación con el listón que las editoriales proponen para la publicación de manuscritos. De una parte, se rebaja el listón para la publicación en acceso abierto, ya que dado que la publicación en internet no tiene en la práctica límites físicos para la publicación de manuscritos, se produce una tendencia a una mayor aceptación de trabajos para incrementar los ingresos. La única barrera es la reducción del índice de impacto que esto podría suponer, pero que se compensa con una mayor citación de los trabajos que ahora pueden ser leídos y por tanto citados por un mayor número de científicos. Este inconveniente es más evidente en las revistas que no tienen índice de impacto. El asunto ha llevado a algún investigador a experimentar con él. El biólogo y periodista científico John Bohannon presentó un artículo científico ficticio, firmado por un autor que no existe, de una institución también ficticia, a un conjunto seleccionado de 304 revistas que publican en acceso abierto en la modalidad dorada (la mayoría de revistas y que incluye costes de publicación). En 157 de ellos, el trabajo, que contenía errores primarios, conceptuales y de interpretación, fue aceptado para su publicación, incluyendo revistas de la editorial Elsevier (más datos aquí y el artículo original aquí). Si bien la metodología empleada por ha sido duramente criticada (por ejemplo por no contar con un grupo de revistas control), puso el debate de la calidad de las publicaciones en acceso abierto sobre la mesa.

Otro caso insólito es el que les ocurrió a David Mazières y Eddie Kohler. Hartos de recibir spam de la revista International Journal of Advanced Computer Technology, decidieron enviar para su publicación el artículo titulado “Get me off Your Fucking Mailing List”, que como único contenido tenía esa misma frase repetida en cada uno de los epígrafes. Sorprendentemente, la revista decidió aceptarlo para su publicación. El pdf del artículo enviado puede descargarse aquí y la carta de aceptación es esta:
Fuente: http://scholarlyoa.com/2014/11/20/bogus-journal-accepts-profanity-laced-anti-spam-paper/

Por supuesto, para su publicación requerían un pago de $150. Merece la pena echar un vistazo a la carta de aceptación y al informe de evaluación. La situación ha llegado a tal extremo, que algunas webs muestran ya extensas listas de revistas “depredadoras” clasificadas en base a criterios establecidos.

Pero al mismo tiempo se produce una tendencia a elevar el listón para la publicación en el sistema tradicional por suscripción. En efecto, los investigadores estamos experimentando cada vez mayores dificultades para tener nuestros manuscritos aceptados. Si bien hay varios factores implicados, como los que se han subrayado más arriba, se está produciendo asimismo un fenómeno que es al menos curioso. Las editoriales están comenzando a rechazar artículos que los revisores consideran aptos para ser publicados y sugiriendo a los autores su posible publicación en revistas hermanas de la propia editorial en acceso abierto.

En mi caso particular esto ya me ha ocurrido dos veces. En la segunda ocasión fue más flagrante. Tras un proceso de revisión y corrección por hasta cuatro revisores en dos ocasiones, el editor me comunica que el manuscrito puede ser aceptado si se solventan una serie de correcciones menores que sugiere uno de los revisores.
Dado que eran cuestiones de menor importancia, me dispuse raudo a resolverlas y reenvié el manuscrito a la revista. La respuesta no tardó en llegar: el manuscrito estaba rechazado con el consabido argumento de que reciben muchos manuscritos y tienen que ser muy exigentes. Cualquier científico que esté leyendo estas líneas sabe que ese es el eufemismo que las editoriales emplean para comunicar al autor que su trabajo no tiene calidad suficiente. Pero ese argumento suele emplearse en la primera etapa del proceso, no después de proponer la aceptación con cambios menores.
Tras esa respuesta me use en contacto con el editor y le hice saber mi extrañeza, rogándole que me diera una explicación más detallada y que reconsiderara su decisión. Cuál no sería mi sorpresa al recibir un segundo mensaje comunicándome que ha sido un error debido a la implementación de un nuevo sistema de publicaciones al que derivan algunos de los manuscritos.
Tras agradecer la información, solicité más información, ya que esto no aclaraba los motivos del rechazo. Finalmente, y después de consultar con su superior, me comunican que el manuscrito está rechazado y me sugieren publicarlo en una revista de acceso abierto en la propia editorial.
Como puede verse, el factor ingresos económicos está empezando a ser más importante que la calidad de los manuscritos y de las investigaciones cuyos resultados difunden. En definitiva, la credibilidad de la ciencia es la que se ve perjudicada al dificultarse la publicación de investigaciones de suficiente calidad en el sistema tradicional, mientras que se facilita la publicación de investigaciones de calidad ínfima en el sistema en acceso abierto. Con esto no defiendo el sistema tradicional, sino que abogo por la búsqueda de nuevos modelos de publicación que sean al un tiempo confiables, transparentes y económicamente sostenibles.

En definitiva, la deriva de la publicación en acceso abierto empieza a ser resbaladiza. De continuar por esta senda, se pone en riesgo el conocimiento científico en general, reduciendo la calidad de las publicaciones y añadiendo ruido de fondo. Incluso Hitler se da cuenta del desprestigio de las revistas en acceso abierto, como puede verse en este vídeo.
Javier Sánchez Perona (@Er_Pashi)

Fuente: <http://cienciaconfuturo.com/>

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