El financiamiento del Estado disminuyó y no se asigna a las universidades que producen 80% del nuevo conocimiento.
Las publicaciones científicas son un termómetro que mide la producción de nuevo conocimiento y el desarrollo tecnológico de un país. En el año 2014 el aporte de artículos científicos venezolanos a América Latina y el Caribe fue de 1,36% de la región, según el ranking internacional Scimago que evalúa la productividad de los países en esa materia. La cifra representa un retroceso, considerando que para el año 1996 la contribución de Venezuela alcanzó 4,23%.
A pesar de este descenso, voceros gubernamentales, junto con el Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, han exaltado el crecimiento del porcentaje del producto interno bruto que el país invierte en innovación y tecnología. Así lo expone un estudio de Tulio Ramírez, coordinador del posdoctorado de Educación de la Universidad Central de Venezuela.
Cuando Jorge Biomorgi era presidente del CITQ (Centro Nacional de Tecnología Química), en 2013, declaró que históricamente se destinaba entre 0,3% y 0,5% del PIB, pero que ese año se logró invertir 2,60%, lo que entonces representó 1,6 millardos de bolívares.
Incluso en 2007, el porcentaje que se invirtió del PIB al sector –2,69%– solo fue superado por países como Suecia, Japón y Estados Unidos.
La investigación de Ramírez señala que países como Cuba y Argentina registraron un comportamiento similar a Venezuela en relación con la baja generación de artículos científicos. Colombia y Chile tuvieron un crecimiento de publicaciones según datos del Banco Mundial y la Unesco, aunque destinan a ciencia menos de 1% de sus PIB.
Se intentó obtener cifras de 2015, pero el Banco Central de Venezuela, en la clasificación del PIB por sectores, no incluye expresamente cuánto se dirige a esta área.
Asignación de recursos
Ramírez y otros colegas coinciden en que desde 2001, cuando se creó el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación –encargado de administrar los recursos para proyectos de investigación–, el financiamiento mermó y no es asignado a las universidades, en las que nace 80% de la producción de nuevo conocimiento.
El investigador señaló que el registro de patentes también se redujo. Entre 2000 y 2014 Venezuela registró 278 patentes, mientras que entre 1985 y 1999 inscribió 369, de acuerdo con datos internacionales.
“Desde hace más de dos años no hay una convocatoria pública para el financiamiento de proyectos de investigación por parte del Fonacit”, aseguró Flor Pujol, presidente de la Asociación de Investigadores del IVIC. La información fue reiterada por la decana de Investigación y Desarrollo de la USB, María Luisa Arnal.
La memoria 2015 del Ministerio de Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología describe que el Fonacit tenía la meta de 1.065 financiamientos de “proyectos de investigación, divulgación e innovación para fortalecer la generación y socialización del conocimiento”. Sin embargo, la ejecución física del proyecto fue de 14%; es decir, 149 financiamientos para los que destinaron 1,3 millardos de bolívares. El informe no aclara qué ocurrió con los 4,9 millardos restantes que se habían presupuestado.
Los investigadores destacaron la importancia de las publicaciones científicas en revistas arbitrarias e indexadas, evaluadas y aprobadas por otros académicos. “La socialización del conocimiento se logra a través de las publicaciones. Así se inserta el conocimiento a la sociedad y se valida la investigación”, dijo Rafael Rangel Aldao, profesor universitario, y quien por 18 años fue investigador principal de Empresas Polar.
Proyección y contraloría
Tulio Ramírez recalcó la necesidad de evaluar los resultados de proyectos que estarían realizando comunidades, tecnólogos e innovadores populares, para hacer contraloría de los recursos que les entrega el Estado. “No es que se demerite la importancia del saber endógeno nacional, pero hay que validarlo científicamente y hay métodos para ello”, agregó Flor Pujol.
Expertos coincidieron en que la fuga de talentos, condiciones laborales adversas, la inseguridad, la creciente inflación y el cerco para el acceso a dólares e importar, nublan el futuro de la producción científica en el país.
Misión innata de investigar
Entre los años 2009 y 2013 la Universidad Central de Venezuela, la USB y las universidades de los Andes, el Zulia, Carabobo y Oriente concentraron 85,5% de las publicaciones científicas creadas por Instituciones de Educación Superior, equivalente a 8.195 artículos según el ranking Scimago. En ese tiempo, 48 de estas casas de estudio sumaron menos de 100 publicaciones, cita la investigación.
Rafael Rangel Aldao consideró importante analizar los objetivos de estas casas de estudio, ya que su aporte a la sociedad no debe ser necesariamente hacer ciencia. Tulio Ramírez explicó que el gobierno, al nombrar a muchas de estas IES como universidades, “les atribuye automáticamente las funciones básicas de docencia, investigación y extensión”. La mayoría de los presupuestos universitarios, recordó María Luisa Arnal, actualmente son para el pago de sueldos y salarios de los trabajadores, por lo que es necesario dar importancia a la inversión académica.
EL dato
María Luisa Arnal explicó que una de las conclusiones del Informe sobre Ciencia de la Unesco 2015 es que el conocimiento es la principal herramienta para garantizar el desarrollo sostenible de los países. “Creo que lo que más necesitamos es reconocer que ningún actor solo puede resolver estos problemas. Hay que construir consenso para lograr políticas para que la investigación y desarrollo se transformen en calidad de vida y prosperidad”.
8.195 artículos publicaron la UCV, USB, ULA, LUZ, UC y UDO en 5 años según el ranking Scimago.
Autor: María Victoria Fermín
Email: <mfermnin@el-nacional.com>
Twitter: <@vickyfermin>
Fuente: <http://www.el-nacional.com/>
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