8 de marzo de 2016

Publicar, publicar y publicar: cuando la ciencia queda atrapada por la imprenta

Una semana negra para las publicaciones científicas. El creacionismo y el fraude nos recuerdan que la fiebre por publicar resultados puede afectar al rigor

Pseudociencia y fraude. La ciencia tampoco se libra de su dosis de escándalos, y esta semana hemos asistido a dos ejemplos que reflejan el mismo problema. Por un lado, la publicación en la revista PLOS ONE de un artículo creacionista que defendía que la forma de la mano humana obedece al diseño de un Creador. Por el otro, el supuesto fraude destapado por El País, por el que una investigadora española habría falseado resultados y que de momento le ha costado su puesto. Dos historias diferentes en las que no hay que mirar el dedo sino la luna.

Investigadores y revistas científicas comparten un rasgo en común con periodistas y medios: la necesidad constante de publicar. Las incansables llamas de la imprenta no dejan de pedir alimento. No hay nada de malo en ello... siempre y cuando el rigor no se quede por el camino. En ciencia, el rigor se llama reproducibilidad, la capacidad de que cualquier persona obtenga los mismos resultados siguiendo los mismos pasos. Un artículo publicado en Science no es más que una nueva receta de pollo que un científico comparte con el resto del mundo. Y como sucede con la cocina, de nada sirve que yo les diga que tengo la receta para hacer la mejor lasaña si ustedes no son capaces de obtener el mismo resultado en sus casas.

Para asegurar que las recetas de pollo que publican las revistas son buenas, entra en escena la pieza clave en la que se basa el sistema científico actual: la revisión por pares —peer review—. Antes de publicar, las revistas científicas envían el artículo a expertos mundiales en la materia, que deciden si se publica o no. En el 99% de los casos, la respuesta es negativa: o esa receta ya existía o en realidad no estaba tan bueno.

Investigadores y revistas científicas comparten un rasgo en común con periodistas y medios: la necesidad constante de publicar

Descubrir que se han publicado estudios irreproducibles o fraudulentos siempre genera el mismo debate. Unos critican el sistema actual asegurando que la obsesión por publicar alimenta este tipo de errores. Otros se amparan en que el descubrimiento de estos casos demuestra el éxito del sistema. El negocio editorial mueve millones y cuando una revista de prestigio como PLOS ONE, que cobra más de 1.000 dólares a los investigadores por publicar, difunde un artículo pseudocientífico, es imposible no preguntarse si están más preocupados por ganar dinero que por garantizar la rigurosidad.

Si las editoriales necesitan publicar para ganar dinero, los investigadores ni hablemos. "Si no publicas no existes" es una frase muy repetida en los laboratorios. La financiación que un grupo recibe depende de las publicaciones, y en ocasiones se mide su cantidad a peso como si fueran patatas. Esta fiebre fomenta trucos como intentar sacar varios artículos de lo que, en condiciones normales, habría sido un solo paper. También ha dado pie a la aparición de revistas depredadoras, sin prestigio ni validez; un timo en el que pueden caer los investigadores más desesperados. El caso extremo, aunque poco habitual, es el fraude directo: maquillar resultados para que pasen la criba de los editores.

El miedo a que los estudios que cada día publican revistas científicas y medios no tengan validez está ahí. El año pasado, un estudio aseguró que el 60% de los trabajos de psicología publicados no eran reproducibles, porcentaje que análisis anteriores elevaban al 95%. Que no cunda el pánico, porque a pesar de todo la ciencia mejora cada día. El estudio creacionista ya ha sido retirado, los casos de fraude son investigados y tratados con severidad. Y un artículo publicado esta semana en Science asegura que no es cierto que los estudios de psicología sean falsos. Que un estudio intente demostrar que el estudio que intentaba demostrar que los estudios de psicología están mal está mal, resume lo maravilloso del sistema científico.

Autor: Sergio Ferrer
Twitter: <@SergioEfe>
Fuente: <http://blogs.elconfidencial.com/>

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