
Ante este tipo de mensaje que, sin dudas, conoce la psicología y el universo de su recipiente, el seso se duerme y su dueño cae en la trampa. Pero si, por el contrario, despierta y trata de averiguar quién es el autor de palabras tan bonitas, aparece la realidad de una nueva especie: las “revistas depredadoras”, un término acuñado en 2009 por Jeffrey Beall, bibliotecario de la Universidad de Colorado en Denver, para referirse a un negocio que, en el marco de las publicaciones académicas, explota y falsifica el modelo del acceso abierto (“open access”).
Con estas promesas, el investigador manda su artículo, el cual es aceptado velozmente, un valor escaso en las revistas de mayor reconocimiento. La alegría se empaña al enterarse de la tasa a pagar, a esta altura, desembolsada con resignación. La defraudación será aún mayor al constatar que la inversión no valía la pena: la revista carece de crédito académico, los miembros del comité son nombres de fantasía o están allí a pesar de que las personas reales nunca fueron notificadas (ver http://scholarlyoa.com ) Otros apuntan a la edición de monografías: al investigador, embaucado mediante un mensaje similar, se le solicita el manuscrito que recibirá, a vuelta de correo y sin haber pagado nada, transformado en libro. Solo uno: los siguientes habrá que adquirirlos. A sabiendas de que las bibliotecas de los países con recursos compran TODO libro académico registrado como tal, apuestan a la caza de chorlitos que entregarán su obra sin chistar y, encima, con alegría por el reconocimiento.
Varios ensayos muestran que las víctimas de esta “extorsión académica” proceden en su gran mayoría de los países del Tercer Mundo o con escaso desarrollo de las editoriales comerciales, siempre preocupadas por proteger a sus potenciales consumidores y proveedores. Beall, por su parte, ha confeccionado una lista de las editoriales rapaces, fuente de polémicas y reproches.
En un mundo como el inaugurado en la modernidad y el gobierno a distancia, el problema reside, una vez más, en cómo distinguir lo verdadero de lo espurio, las identidades reales de las fraguadas, los hechos de las mentiras que, por su parte, terminan generando hechos nuevos, como estas empresas, que en el futuro podrían blanquear su pasado o adquirir buen nombre en los contextos en los que hoy se las usa como si fueran legítimas.
Mal que nos pese, los llamados depredadores se mimetizan con las revistas del mundo anglo-sajón, donde los autores, además de no recibir dinero por sus artículos y ceder sus derechos, si desean el acceso abierto inmediato, pagan tasas muy caras a través de sus instituciones, comprometidas a reconocer que la circulación libre del conocimiento tiene un precio que alguien –pero no cualquiera– merece recolectar.
Fuente: <http://www.revistaenie.clarin.com/>
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